¿Qué pasaría si fueras enterrado vivo? Esta es una pregunta aterradora que ha intrigado a la humanidad durante siglos. Afortunadamente, gracias a la tecnología moderna, el riesgo de ser enterrado vivo ha disminuido significativamente. Sin embargo, es importante conocer los riesgos y signos de este peligro para evitar cualquier posibilidad de este escenario aterrador.
¿Qué pasaría si eres enterrado vivo?
Si respiras rápidamente, agotarás rápidamente la pequeña cantidad de oxígeno que te queda. Solo dispondrás de aproximadamente cinco minutos de oxígeno, por lo que es crucial actuar con prontitud.
¿Qué significa estar enterrado en vida?
Existe una creencia equivocada de que este hecho fue el origen de la expresión ‘salvado por la campana’, pero no es así. Esta frase tiene su origen en el mundo del boxeo y se refiere al momento en que se agota el tiempo y suena la campana de aviso.
En muchas ocasiones, uno de los boxeadores está siendo golpeado duramente y se salva de seguir recibiendo esos golpes al sonar la campana y finalizar el asalto.
¿Cuánto puedes durar vivo en un ataúd?
Los expertos están de acuerdo en que el tiempo disponible sería limitado. Algunos hablan de 10 minutos, otros de una hora y otros incluso de día y medio antes de agotar el oxígeno.
Según el profesor Alan R. Laff de la Universidad de Chicago, una vez enterrada, hay poco que una persona pueda hacer. Aunque logre abrir el ataúd sellado, tendría que enfrentarse a los casi 2 metros de tierra que bloquean las vías respiratorias.
El único consuelo en esta pesadilla sería conformarse con lo que se conoce como una muerte dulce, en la cual, a medida que el oxígeno se va agotando, la persona cae en un sueño profundo hasta que su corazón deja de latir y fallece.
¿Cuánto puedes aguantar enterrado?
Una persona sana puede resistir entre 10 minutos y una hora, o incluso de 6 a 36 horas según algunos científicos. No existe un consenso definitivo. Lo único seguro es que no sobreviviría mucho tiempo. Todo depende de la cantidad de oxígeno disponible dentro del ataúd. Cuanto más pequeña sea la persona enterrada, más tiempo de vida tendrá, ya que ocupará menos espacio y tendrá más aire para respirar.
El tamaño típico de un ataúd es de 2 metros de largo, 58 centímetros de ancho y 71 centímetros de alto, con un volumen de 886 litros. Una persona promedio tiene un volumen de 66 litros, lo que deja 820 litros de aire en el ataúd, de los cuales aproximadamente una quinta parte (164 litros) es oxígeno. Considerando que una persona consume alrededor de 0.5 litros de oxígeno por minuto, tardaría aproximadamente 5 horas y media en consumir todo el oxígeno dentro del ataúd.
Según el profesor Alan R. Laff de la Universidad de Chicago, una vez enterrada, hay poco que una persona pueda hacer. Incluso si lograra abrir el ataúd sellado a casi 2 metros de profundidad, la tierra sería tan pesada y densa que el pecho no podría expandirse. Si pudiera moverse, la tierra entraría por su nariz y boca, obstruyendo las vías respiratorias.
Aunque suene terrible, a lo largo de la historia ha habido numerosos casos de personas enterradas accidentalmente estando aún con vida. En 1905, el reformista inglés William Tebb documentó 219 casos en los que las personas estuvieron a punto de ser enterradas vivas y 149 casos de entierro prematuro. Además, se registraron 10 casos de disección en vivo y 2 casos en los que las personas despertaron mientras eran embalsamadas. El miedo a ser enterrado vivo llevó a las personas más adineradas a construir ataúdes “seguros” con mecanismos de comunicación para alertar si seguían con vida.
En el lado positivo, la muerte por entierro prematuro no es dolorosa. A medida que el oxígeno se agota, la persona se vuelve cada vez más somnolienta hasta caer en coma. Una vez en un sueño profundo, el corazón deja de latir y el cuerpo fallece.
Si eres enterrado vivo, estarías atrapado en una tumba oscura y sin aire. Los síntomas incluyen pánico, sudoración y falta de oxígeno. La muerte es inevitable si no se te encuentra y rescata a tiempo.