La Tierra Atrae A La Luna

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La Tierra atrae a la Luna con una fuerza gravitatoria constante. Este fenómeno es clave para entender el movimiento de los cuerpos celestes en el universo y ha sido objeto de estudio durante siglos. En este artículo exploraremos algunos aspectos fascinantes de esta relación planetaria.

La Tierra Atrae A La Luna

La Tierra Atrae A La Luna

La Tierra y la Luna se atraen mutuamente a través de la gravedad, y es precisamente esta atracción hacia la parte líquida de la Tierra la que da lugar a las mareas. La intensidad con la que el agua se desplaza depende de las posiciones relativas de la Luna, la Tierra y el Sol.

Además, la Luna tiene un papel importante en la determinación de las fechas de la cuaresma y la Semana Santa, según las reglas establecidas en el Concilio de Nicea en el año 325. Se denomina luna pascual a la primera luna llena después del equinoccio de primavera (21 de marzo).

En el año 2017, por ejemplo, la primera luna llena pascual ocurrió el 11 de abril. El primer domingo posterior a esta luna llena es el Domingo de Pascua, que ese año cayó el 16 de abril. Si la luna llena sucede en un domingo, la celebración se traslada al siguiente domingo.

Siempre habrá una luna llena durante la Semana Santa (ese año, fue el martes) y nunca caerá en el Domingo de Resurrección. Las fechas extremas para el Domingo de Pascua son el 22 de marzo y el 25 de abril.

¿Cuál es la atraccion entre la Tierra y la Luna?

¿Cuál es la atraccion entre la Tierra y la Luna?

Por medio de la interacción gravitatoria, la Tierra y la Luna se atraen mutuamente con igual fuerza, siguiendo el principio de acción y reacción. Esta atracción ejercida sobre la parte líquida de la Tierra es lo que genera las mareas. La magnitud del desplazamiento del agua se ve afectada por las posiciones relativas de la Luna, la Tierra y el Sol.

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¿Quién atrae más la Luna ala Tierra o la Tierra a la Luna?

¿Quién atrae más la Luna ala Tierra o la Tierra a la Luna?

Cuando das un salto, inevitablemente regresas al suelo. Lo mismo ocurre con las manzanas o las hojas que caen de los árboles: todos estamos sujetos a la atracción de la Tierra debido a la fuerza de la gravedad.

El término gravedad proviene del latín “gravis”, que significa pesado. Por lo tanto, la gravedad tiene que ver con el peso…

La Luna también posee su propia fuerza de gravedad. Sin embargo, dado que la Luna es más pequeña que la Tierra, la atracción gravitacional en la Luna es menor que la de la Tierra.

¿Has visto alguna vez imágenes de un astronauta saltando en la superficie lunar? ¡Es asombroso, puede llegar a saltar más de diez metros de distancia!

¿Qué es atraccion de la Tierra?

¿Qué es atraccion de la Tierra?

La gravedad es la fuerza que nos mantiene anclados a la Tierra, asegurando que nuestros pies permanezcan en el suelo. Sin embargo, no necesitamos estar en contacto directo con la Tierra para experimentar su atracción, solo debemos estar lo suficientemente cerca. Este fenómeno explica por qué nuestro planeta orbita alrededor del Sol y por qué la Luna hace lo mismo alrededor de la Tierra.

La intensidad de la gravedad está determinada por la masa o peso de cada objeto. La atracción entre dos objetos es proporcional a su masa y disminuye considerablemente cuando se incrementa la distancia entre ellos. Incluso nosotros ejercemos una ‘fuerza gravitatoria’, pero como nuestra masa es tan pequeña, es prácticamente imperceptible. Por otro lado, el Sol, debido a su gran tamaño, puede mantenernos en órbita a su alrededor, a pesar de la enorme distancia que nos separa. La Luna también tiene su propia gravedad, pero como es más pequeña y ligera que la Tierra, si nos pesáramos allí, notaríamos que pesamos aproximadamente seis veces menos.

Podrías preguntarte, ¿por qué la Luna no cae sobre la Tierra como lo hace una manzana desde un árbol? La respuesta es que la Luna está en constante movimiento alrededor de nuestro planeta. Sin la gravedad de la Tierra, la Luna se desviaría y flotaría en el espacio. Gracias a su velocidad y su distancia de la Tierra, la Luna mantiene un equilibrio constante, sin caer ni alejarse demasiado. Si se moviera más rápido, se alejaría; si se moviera más lento, se precipitaría hacia nosotros.

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Hemos mencionado que la gravedad también depende de la distancia. Si nos alejáramos lo suficiente de la Tierra, podríamos escapar de su atracción gravitacional. Eso es precisamente lo que intentamos hacer con las naves espaciales. Necesitamos superar la ‘velocidad de escape’, que es de unos 11,2 km/s (¡a esa velocidad, podríamos viajar de Londres a Nueva York en solo 10 minutos!). Cuando un cohete alcanza esta velocidad, puede viajar libremente por el sistema solar.

A bordo de una nave en órbita, la gravedad de la Tierra no se siente. Los objetos flotan en lugar de caer, por lo que si saltas, no bajarás al suelo. Es lo que experimentan los astronautas cuando están a bordo de una estación espacial orbitando la Tierra.

¿Qué evita el choque de la Luna con la Tierra?

El 11 de septiembre de 2013, una roca del tamaño de un coche pequeño impactó contra la Luna, generando un destello casi tan brillante como la estrella Polar. Este evento marcó la colisión más potente registrada hasta ese momento, con un destello que duró unos ocho segundos, el más largo e intenso observado. Los investigadores de la Universidad de Huelva y del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) publicaron el análisis del impacto en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

José María Madiedo, investigador de la Universidad de Huelva que detectó la colisión, recuerda haber sido consciente en ese instante de que estaba presenciando un evento extraordinario. El descubrimiento fue posible gracias a dos telescopios del Proyecto MIDAS (Sistema de Detección y Análisis de Impactos en la Luna), desarrollado por Madiedo y José Luis Ortiz, del IAA-CSIC.

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Los impactos suelen ser causados principalmente por fragmentos de cometas y asteroides que orbitan alrededor del Sol, conocidos técnicamente como meteoroides. A diferencia de la Tierra, la Luna no tiene una atmósfera protectora, por lo que incluso los fragmentos más pequeños pueden chocar contra su superficie y crear un cráter.

Estos impactos ocurren a velocidades de decenas de miles de kilómetros por hora, lo que provoca que las rocas se fundan y vaporicen instantáneamente en el punto de impacto. Por esta razón, estos eventos no se denominan meteoritos ya que no quedan fragmentos, como aclara José Luis Ortiz (IAA-CSIC). El choque produce un aumento repentino de la temperatura, que da lugar a un destello observable con telescopios terrestres. Normalmente, estos destellos duran una fracción de segundo, muy por debajo de los ocho segundos que tardó en desaparecer el brillo del impacto del 11 de septiembre.

Según el análisis realizado por Madiedo y Ortiz, el cráter resultante del impacto podría tener unos cuarenta metros de diámetro, y el meteoroide que lo causó tendría una masa de unos cuatrocientos kilos y un diámetro de entre 0,6 y 1,4 metros. Estas son cifras aproximadas, ya que su determinación depende principalmente de un parámetro físico no muy bien conocido, llamado “eficiencia luminosa”. La colisión tuvo lugar a unos sesenta y un mil kilómetros por hora en la zona conocida como Mare Nubium (Mar de las Nubes), una antigua cuenca de lava solidificada de tamaño similar a la Península Ibérica.

La energía involucrada en el impacto fue enorme, equivalente a la detonación de unas quince toneladas de TNT. Por tanto, es al menos tres veces más potente que el mayor impacto detectado hasta la fecha en la Luna por la NASA, que fue grabado por la agencia espacial estadounidense el 17 de marzo del año anterior.

El análisis de estos destellos de impactos en la Luna ayuda a entender la frecuencia con la que los meteoroides chocan con la Tierra. Una de las conclusiones de esta investigación sugiere que la frecuencia de impactos en nuestro planeta de rocas de un tamaño similar a la que impactó en la Luna el 11 de septiembre podría ser casi diez veces más alta de lo que la comunidad científica había pensado hasta entonces.

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